jueves, 2 de diciembre de 2010

LA ESPANTOSA VIDA BREVE DE OSCAR ALGO

Se llamaba Oscar... algo, no me acuerdo el apellido. Había nacido en Avellaneda, sur del Gran Buenos Aires. Fue hijo de madre soltera, su papá se mandó a mudar cuando su mamá todavía estaba embarazada. Después de eso su madre buscó sin descaso y sin suerte a su principe azúl pero solo encontró sapos. En la primaria no le caía bien a sus maestros ni a sus compañeros y el no podía entender por que. Todos los días le pegaban palizas, a la entrada, en cada recreo y a la salida. Se meaba encima por miedo a ir al baño y que lo agarraran ahí. En su casa, a causa de los pantalones sucios, lo esperaba otra paliza. Terminó el primario y jamás volvió al colegio. Empezó a robar, y, así como había sido un pésimo estudiante, fue un pésimo ladrón. Desde los 13 años se dedicó a recorrer todos los institutos correccionales de la provincia, hasta que a los 22 fue a dar al penal de Ezeiza. Ahí se puso de novio con “El Chori”, uno de los capos de la barra de Almirante Brown. El no quería, le gustaban las mujeres, tanto le gustaban que pagaba para acostarse con ellas (en realidad todas las veces que había estado con una mujer había tenido que pagar), pero "El Chori" podía ser muy convincente y no le gustaba escuchar un “no” como respuesta. El día que llegó al penal y ante la primer negativa, "El Chori" le bajó cuatro dientes. Algo positivo del asunto era que nadie se metía con el, su novio era temido, lo otro positivo fue el examen de HIV que le hiceron seis meses antes de cumplir la condena. Así volvió a la calle dos años despues de llegar a Ezeiza: siendo seropositivo, pesando diez kilos menos que cuando entró y con los brazos llenos de marcas por la fea, feísima costumbre de picarse lo que fuera con tal de olvidar la vida de mierda que le había tocado. Volvió al barrio del sur y anduvo vagando por las calles hasta que se cruzó con un ex compañero del primario, un tal Velazquez. Había tenido una infancia similar a la de Oscar, marcada por las palizas y el rechazo, pero en lugar de hacerse chorro, Velazquez había decidido ser policía, y ahí estaba, paradito en la esquina. Oscar no lo pensó dos veces, atacó por la espalda y le partió un ladrillo en la cabeza a su ex compañero. Le robó la poca plata que tenía en el bolsillo y la 9 milimetros que guardaba en la cartuchera. Tenía un plan. Se subió al primer bondi que iba para el centro y después caminó hasta llegar al shopping Paseo Alcorta. Dió un par de vueltas por los distintos pisos, subiendo y bajando por escaleras mecánicas, buscando a su víctima. Eligió a un tipo de unos 35 años, atletico, que llevaba varias bolsas en las manos y un pullover caro sobre los hombros, todo en el, para Oscar, exudaba triunfo y vitalidad. El iba a ser el primero, los demás no le importaban. No se apegó a la maxima que reza “ni mujeres ni niños”. Las mujeres, pensó, son tan hijas de puta como los hombres; y con los nenes, ya sean varones o mujeres, solo es cuestión de tiempo para que se conviertan en lo mismo. Se paró a tres metros del treintañero de las bolsas y el pullover, sacó el arma y le disparó entre los ojos, después hizo cuatro tiros mas al bulto, al tum tum. La sexta bala fue para el. Se metió la 9 en la boca y a otra cosa mariposa. Cayó muerto frente a la tienda de Levi´s. En el bolsillo le encontraron dos pesos, el jean que estaba en exposición en la vidriera costaba trecientos...

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